California cerró el miércoles bares, teatros y restaurantes cubiertos en la mayor parte del estado, y el brote de Arizona se agravó en casi todos los aspectos a medida que la creciente crisis del coronavirus en el sur y el oeste hacía temblar al país.
El aumento de los casos confirmados se ha atribuido en parte a lo que se ha llamado "comportamiento de cabeza de chorlito" por parte de los estadounidenses que no llevan máscaras ni obedecen las normas de distanciamiento social, ya que las economías se han reabierto de costa a costa en los últimos dos meses.
"El resultado final es que la propagación de este virus continúa a un ritmo particularmente preocupante", dijo el Gobernador de California Gavin Newsom al ampliar drásticamente la ronda de cierres que anunció durante el fin de semana.
El anuncio del cierre, que se produjo justo antes de lo que se espera que sea un fin de semana muy concurrido del 4 de julio que podría alimentar la propagación del virus, se aplica a 19 condados que abarcan casi tres cuartos de los 40 millones de habitantes de California, incluido el condado de Los Ángeles.
Los casos confirmados en California han aumentado casi un 50% en las últimas dos semanas, y las hospitalizaciones por COVID-19 han aumentado un 43%. Newsom informó de casi 5.900 nuevos casos y 110 muertes más en 24 horas.
Con uno de los mayores fines de semana del verano acercándose, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades aconsejaron a los estadounidenses que se cubrieran la cara en la playa, aunque no en el agua.
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A pesar del resurgimiento del coronavirus en los Estados Unidos, el presidente Donald Trump habló el miércoles sobre el virus como si fuera una molestia que espera que eventualmente desaparezca.
"Creo que vamos a ser muy buenos con el coronavirus", dijo Trump en una entrevista con Fox Business. "Creo que, en algún momento, eso va a desaparecer, espero".
Mientras tanto, un vicepresidente con mascarilla, Mike Pence, visitó Arizona, donde los casos se han disparado desde que las órdenes de quedarse en casa expiraron a mediados de mayo. El estado reportó récord de casos nuevos en un solo día (casi 4.900), muertes (88), visitas a la sala de emergencias (cerca de 1.300) y el número de personas en el hospital (casi 2.900).
En Florida, el hospital más grande del condado más afectado, el Jackson Health System de Miami, redujo las cirugías electivas y otros procedimientos a medida que éste y otros del estado se preparaban para la afluencia de víctimas.
Florida registró más de 6.500 nuevos casos, por debajo de los 9.000 de algunos días de la semana pasada, pero sigue siendo alarmante, y un total de más de 3.500 muertes. Los condados del sur de Florida están cerrando playas para evitar las grandes multitudes del 4 de julio que podrían propagar el virus.
"Demasiada gente se amontonaba en los restaurantes a altas horas de la noche, convirtiendo estos establecimientos en caldo de cultivo para este virus mortal", dijo el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, al prohibir que los restaurantes con capacidad para más de ocho personas sirvan a los clientes dentro de ellos desde la medianoche hasta las 6 a.m.
Louisiana vio su mayor pico diario desde abril, reportando 2.100 nuevos casos en 24 horas. Georgia estableció un nuevo récord diario con casi 3.000 nuevos casos. Texas también lo hizo, con nuevas infecciones que superaron los 8.000 en un solo día por primera vez.
Marilyn Rauth, una ciudadana mayor de Punta Gorda, dijo que la reapertura de Florida era "demasiado pronto" y culpó al gobernador republicano Ron DeSantis.
"Lo triste es que la propagación de COVID probablemente continuará durante algún tiempo, aunque podríamos haber aplanado la curva con un liderazgo responsable", dijo. "La experiencia ahora ha demostrado que la mayoría de la gente no se distanciará socialmente en las playas, bares, etc. El gobernador evidentemente no se preocupa por la salud de los ciudadanos del estado."
El aumento de las cifras en todo el Cinturón del Sol (Sunbelt) ha suscitado el temor de que muchos otros estados puedan ver el mismo fenómeno si se reabre también, y que la gente del Sur y del Oeste pueda propagar el virus a otras regiones.
Algunos estados y ciudades distantes que parecían haber dominado sus brotes, como Colorado, Virginia, Delaware y Nueva Jersey, hicieron una pausa o dieron marcha atrás en algunos de sus planes de reapertura de bares y restaurantes mientras veían la crisis desarrollarse desde lejos.
Además, Nueva York y Nueva Jersey han pedido a los visitantes de 16 estados de las Carolinas a California que se pongan en cuarentena durante dos semanas.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, dijo que la ciudad está retrasando la reanudación de la comida en los restaurantes, y no por un aumento de los casos en ellos.
"Incluso hace una semana, honestamente, tenía la esperanza de que pudiéramos. Pero las noticias que hemos recibido de todo el país son cada vez peores", dijo.
El número de casos confirmados en los EE.UU. por día se ha duplicado aproximadamente en el último mes, llegando a 44.800 el martes, según un recuento realizado por la Universidad Johns Hopkins. Eso es más alto incluso que lo que la nación presenció durante el tramo más mortal de la crisis a mediados de abril hasta principios de mayo.
El Dr. Anthony S. Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas, advirtió en el Capitolio el martes que el aumento en el sur y el oeste "pone a todo el país en riesgo" y que las nuevas infecciones podrían llegar a 100.000 al día si la gente no empieza a escuchar a las autoridades de salud pública.
La cantidad de muertes por día en los EE. UU. ha seguido disminuyendo durante la semana pasada y ha bajado a un promedio de aproximadamente 550, en comparación con un pico de alrededor de 2,200 por día a mediados de abril, según un análisis de Associated Press.
Pero los expertos señalan que las muertes son un indicador rezagado (lleva tiempo que las personas se enfermen y mueran) y advierten que la tendencia podría revertirse.
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